Estudio sobre efectos de la castración en perros

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El doctor Joaquín Pérez-Guisado, perteneciente al Departamento de Medicina y Cirugía Animal de la Facultad de Veterinaria de la Universidad de Córdoba, publicó recientemente un estudio donde analiza los efectos de la castración sobre los perros. En una interesante tesis, el experto Pérez-Guisado expone los diversos efectos que puede producir la castración en nuestras mascotas, puntualmente en los perros, de acuerdo a diferentes patrones conductuales.

A continuación el estudio realizado por Joaquín Pérez-Guisado, que ha sido publicado en uno de los últimos números de la revista digital de Veterinaria.org

Resumen:

Existe unanimidad en considerar la castración como un medio efectivo para tratar problemas conductuales que pudieran estar relacionados con la reproducción como son el vagabundeo, la monta y la agresividad intraespecífica de los machos. Sin embargo, no existe unanimidad a la hora de determinar si la castración es efectiva o no en función del problema conductual. Concretamente, para los problemas de agresividad, muchos autores afirman que la castración o no sirve para nada o pudiera incluso a gravarlos, mientras que otros opinan lo contrario. Teniendo en cuenta la falta de consenso y que no todos los perros tienen por qué responder de la misma manera, no estaría justificado realizar una castración quirúrgica de entrada, de tal forma que sería recomendable, antes de dar el paso irreversible de dicho acto, hacer una valoración empírica previa mediante la castración química o medicamentosa.

1. Introducción

Cada vez es más frecuente que muchos dueños opten por castrar a su perro, siendo el colectivo de hembras mucho más afectado que el de machos. Esto es debido, a que el principal fin de la castración es el de evitar la reproducción, conductas molestas que pudieran estar relacionadas con el patrón reproductivo o trastornos hormonodependientes. En dichas situaciones, la castración ha demostrado ser una medida muy rentable y efectiva.

Sin embargo, cuando el objetivo de la castración es intervenir en patrones conductuales del perro, la cosa cambia, pues no existe unanimidad a la hora de demostrar en qué situaciones ésta es eficaz y en cuáles pudiera ser ineficaz o incluso contraproducente. Concretamente, en los problemas de agresividad, la castración del perro sólo ha demostrado ser verdaderamente eficaz en la agresividad intraespecífica intrasexual, es decir entre perros del mismo sexo (Hart y Eckstein, 1997), concretamente la castración disminuye la agresividad intraespecífica en el macho, mientras que en la hembra tiene un efecto contrario ya que la aumenta (Roll y Unshelm, 1997).

2. Efectos de la castración sobre conductas no relacionadas con la reproducción

Los efectos de la castración no son siempre inmediatos a pesar de que la concentración plasmática de andrógenos disminuye hasta valores prácticamente nulos casi inmediatamente después de la misma (Manteca, 1996). Esto es debido probablemente a que las proteínas sintetizadas en las células diana por inducción de los andrógenos tardan un tiempo en catabolizarse, de tal forma que el efecto androgénico se mantendría hasta que éstas desapareciesen (Manteca, 2002).

La castración de los machos como es de presuponer, debería de ser más eficaz en aquellas conductas que requieresen el efecto activador de los andrógenos. No obstante, hay mucha controversia a la hora de ponerse de acuerdo sobre los efectos y beneficios o perjuicios de la castración dependiendo del investigador como podemos observar a continuación:

1. En la población general de perros, se observa que los perros castrados muestran mayores problemas de agresión que los no castrados, tanto en machos como en hembras (Guy y col., 2001 a, b, c; Podsberg y Serpell, 1997), siendo el colectivo de hembras el más afectado (Podberscek y Serpell, 1996). Guy y col. observaron que en perros mayores de un año, teniendo en cuenta el sexo y el hecho de haber sido castrados con anterioridad, el orden decreciente en cuanto a la frecuencia de agresión (Guy y col, 2001a, c), la agresividad posesiva y la tendencia a gruñir (Guy y col, 2001c) era: a) Macho castrado b) Hembra castrada c) Macho entero d) Hembra entera. Teniendo en cuenta lo anterior, se observa que la castración actuaría como factor que favorecería la agresión en los machos y las hembras, concretamente Guy y col., (2001b) comprobaron que el aumento de la agresividad que se experimenta en el grupo de las hembras es proporcionalmente mayor que el que se experimenta en el de los machos.

2. El orden de agresividad por dominancia de mayor a menor es: macho entero, macho castrado, hembra castrada y hembra entera, de tal forma que la castración disminuiría la agresividad por dominancia en los machos y la aumentaría en las hembras (Pérez-Guisado y col., 2006).

3. El castrar al perro no se asocia a una mayor incidencia de problemas conductuales (Kobelt y col., 2003).

4. La castración en machos disminuye la agresividad por dominancia o los problemas de agresión y en hembras los aumenta (Blackshaw, 1991; Crowell-Davis, 1991; Wright, 1991).

5. Los machos castrados tienen una menor incidencia de agresiones frente al ser humano y una menor tendencia a pelearse con otros perro que los que son enteros (Overall y Lowe, 2001).

6. El perro entero reacciona con gruñido, ladrido y mordida con una mayor rapidez, intensidad y durante un mayor periodo de tiempo (Overall y Lowe, 2001).

7. Dentro de las hembras es más frecuente la agresividad por dominancia en las que fueron castradas antes del año de edad (O’Farrel y Peachey, 1990.; Polsky, 1996). Por este motivo Overall (1995) piensa que no sería recomendable castrar a las hembras antes del año de edad y que deberíamos de esperar que la perra tuviera al menos un ciclo estral.

8. La castración disminuye la agresividad intraespecífica en el macho y la aumenta en la hembra (Roll y Unshelm, 1997).

9. La castración disminuye la agresividad por miedo tanto en machos como hembras (Galac y Knol, 1996).

10. La castración reduce o elimina el marcaje territorial y la agresividad intrasexual en el 50-60% de los casos (Manteca, 1996 y 2002) y el vagabundeo en hasta el 90% de los casos (Manteca, 2002).

11. Sólo menos de 1/3 del total de perros con problemas de agresión establecidos mejoraron con la castración (Neilson y col., 1997).

12. La castración en machos reduce o suprime las conductas sexualmente dimórficas aunque no todos los machos responden igual, ya que influyen factores como son la edad del perro (en la agresividad por dominancia responden mejor los perros en los que el problema ya existía desde hacía al menos 5 o 6 años mientras que no respondían aquellos en los que el problema llevaba una media de 3 años) y la experiencia previa a la castración (Hart y Eckstein, 1997).

13. La agresión por dominancia apenas resulta afectada por la castración (supresión en el 20-30% de los casos) y la agresividad territorial no resultaba afectada (Hart y Eckstein, 1997).

14. La castración influye de forma negativa en primer lugar en la agresión frente a extraños, seguido por la ansiedad por separación y la agresión frente a los propietarios (Takeuchi y col., 2001).

15. La castración en hembras se asocia a un aumento en este tipo de problemas, es decir, agresión frente a extraños-propietarios y ansiedad por separación (Podberscek y Serpell, 1996). Según O’Farrell y Peachey (1990) en hembras castradas aparece una conducta indiscriminada a la hora de comer.

3. Efectos de la castración sobre conductas relacionadas con la reproducción

El problema conductual que más resulta afectado por la castración es el vagabundeo, que resulta suprimido en más del 90% de los perros, seguido en orden de frecuencia por la monta y la pelea intrasexual, con una supresión del 60-70% (Hart y Eckstein, 1997). Probablemente porque se trate de conductas asociadas a patrones reproductivos.

En el caso de las hembras, la conducta sexual desaparece de forma definitiva después de la castración (Manteca, 1996 y 2002). En los machos, por el contrario, los efectos de la castración son muy variables e incluso inexistentes ya que se ha observado que la castración en machos prepuberales no reduce significativamente la monta ni la respuesta sexual al estro de las perras, tampoco reduce la agresividad ni las peleas cuando compiten ya sea por jugueteshuesos o por perras en celo. Lo que si se afecta es la incapacidad de estos perros castrados en conseguir copular con la hembra (Le Boeuf, 1970). Otros autores sostienen que con la castración se reduce la monta (Overall, 2001).

Parte de esta variabilidad podría deberse a la experiencia previa del animal, de forma que los individuos que hubieran copulado repetidas veces antes de la castración seguirían manifestando conducta sexual después de la intervención en mayor medida que los animales sin experiencia sexual previa, aunque siempre en menor medida que cuando estaban sin castrar (Manteca, 1996 y 2002).

4. Conclusiones

La castración es un medio efectivo para tratar problemas conductuales que pudieran estar relacionados con la reproducción como son el vagabundeo, la monta y la agresividad intraespecífica de los machos.

Teniendo en cuenta que no existe unanimidad a la hora de determinar si la castración es efectiva o no en función del problema conductual y que no todos los perros tienen por qué responder de la misma manera, recomendaría que antes de dar el paso irreversible de dicho acto, se hiciera una valoración empírica previa mediante la castración química o medicamentosa. Para este fin, en el macho podríamos utilizar antiandrógenos esteroideos, como la ciproterona o el megestrol, o no esteroideos como la flutamida, nilutamida o bicalutamida. En el caso de la hembra podríamos ensayar con progestágenos.

Si tras este ensayo el resultado obtenido es favorable, la castración si podría estar justificada.

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