El miedo que sienten los perros a los ruidos repentinos (truenos, petardos…), es conocido con el nombre de acustofobia . Este miedo se trata de una de las fobias más comunes en los perros. Las fobias se manifiestan en el perro sintiendo un miedo irracional e incluso mayúsculo respecto a una situación determinada o ante un objeto. El perro vive esto como una amenaza, lo que le provoca angustia y pánico al mismo tiempo. Al intentar evitar continuamente esta amenaza se convierte en lo que conocemos como fobia.
Respecto al miedo a los ruidos (acustofobia), el perro que lo padece tratará de huir de manera desesperada. Ya sea en casa, donde buscará refugio bajo las mesas o las camas, o en la calle, donde puede echar a correr sin parar hasta incluso perderse, su reacción no es porque se trate de un perro miedoso ni cobarde; se trata de una reacción instintiva propia de su naturaleza. La mayoría de los animales reaccionan así ante ruidos repentinos como las tormentas, actuando por puro instinto de protegerse.
A veces, los perros pueden aprender una conducta que les es rentable para saciar su “gula”. En el caso de los miedos por ejemplo, cuando un perro se asusta por una tormenta, el propietario tiende a calmarle proporcionándole caricias y dándole golosinas para mantenerlo entretenido y lograr que se calme. Ante este trato por parte de su dueño, para futuras ocasiones el perro tenderá a temblar y gemir con más intensidad para obtener la atención y recibir su “recompensa”. Para remediar estas situaciones, la mejor situación es no alimentar este miedo. Ignorar su reacción para encauzarla a algo positivo para el perro. Una regla básica para ello es no darle caricias y no hablarle en tono suave, ya que esta actitud solo reforzarán su respuesta a este miedo.